¿Lavado, Natural o Honey?

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¿Lavado, Natural o Honey?

El café se obtiene de la fruta del cafeto, una planta del género Coffea, perteneciente a la familia Rubiaceae. Antes de llegar a tu taza, este fruto pasa por diversos procesos que transforman el grano en el café que conocemos y disfrutamos.

Para entender estos procesos, pensemos en algo más familiar, como un durazno. Imagina que tienes un durazno fresco: al comerlo, disfrutas de su pulpa y llegas finalmente al "cuesco" o carozo. Ahora, imagina tres escenarios: en el primero, limpias completamente el carozo, dejando nada de pulpa adherida; en el segundo, lo dejas con algo de pulpa; y en el tercero, está parcialmente limpio. Este ejemplo refleja lo que sucede con los granos de café, siendo el carozo el equivalente a nuestro querido grano de café.

Existen tres métodos principales para procesar los granos de café:

1. Proceso Lavado (Café Lavado)

Este método, también conocido como el proceso húmedo, comienza con la remoción de la mayor parte de la pulpa del fruto tras la cosecha. Los granos pasan luego por un lavado con agua que elimina cualquier resto de pulpa adherida. Posteriormente, los granos son secados, ya sea al sol en patios o mediante máquinas especializadas, dependiendo del clima. Por ejemplo, en regiones húmedas como algunas zonas de Colombia, el uso de secadoras es esencial para asegurar un secado uniforme.

El resultado es un café limpio, de cuerpo ligero y una acidez brillante, con sabores frutales y florales que destacan por su claridad. Este método es especialmente popular en países productores como Colombia y América Central.

2. Proceso Natural (Café Natural)

El proceso natural, también conocido como el método seco, es el más antiguo y tradicional. Consiste en dejar secar los frutos completos al sol durante varias semanas. En regiones de climas secos, este secado se realiza en patios al aire libre, mientras que en áreas más húmedas se utilizan invernaderos o camas elevadas para garantizar un secado adecuado.

Una vez secos, los granos son almacenados para homogenizar su humedad y, finalmente, se retira la cáscara, la pulpa seca y el pergamino mediante máquinas especializadas antes de su exportación.

Este proceso da como resultado un café con mayor cuerpo, acidez baja y sabores intensos que varían según la región de cultivo. Los cafés procesados de esta manera suelen ser ideales para preparar espresso, ya que resaltan sabores complejos y redondeados.

3. Proceso Honey (Café Honey)

El proceso honey combina aspectos del método lavado y del natural. En este caso, se retira la pulpa del fruto sin el uso de agua, dejando una parte de esta adherida al grano, lo que le da su característica textura pegajosa, similar a la miel.

Tras esta etapa, los granos se secan con la pulpa restante en camas elevadas o patios, permitiendo que el dulzor natural de la fruta impregne el grano. El resultado es un café dulce, con notas afrutadas y una acidez equilibrada, que se encuentra en un punto medio entre los perfiles del café lavado y el natural.

El viaje del café a tu taza

Cada uno de estos métodos resalta diferentes características en el perfil de sabor del café, desde la claridad y la acidez brillante del lavado, hasta el cuerpo robusto del natural y el dulzor equilibrado del honey. Más allá del método utilizado, el proceso detrás de cada grano refleja un cuidadoso trabajo artesanal que busca capturar lo mejor de cada cosecha.

La próxima vez que disfrutes de una taza de café, piensa en el camino que recorrió, desde la fruta del cafeto hasta el complejo y delicioso mundo de sabores que experimentas. Cada método de procesamiento cuenta una historia, llevándote en un viaje sensorial único.